miércoles, 12 de marzo de 2008

Ellos hacen como si nos pagan...

Hace unos años tuve la oportunidad de visitar la cárcel museo de la KGB en Vilnius, Lituania. Uno de los antiguos prisioneros nos enseñó los distintos espacios mientras explicaba con todo lujo de detalles el funcionamiento de la misma. No es cuestión a tratar ahora en esta experiencia. Lo dejamos para otro momento.

El guía hizo un comentario mientras nos enseñaba los listados de campesinos que eran deportados a los Gulags por expreso decreto de Stalin

- "Ellos hacían como si nos pagaban, y nosotros... hacíamos como si trabajabamos".

Sin ánimo de entrar en ulteriores reflexiones acerca de aquella tragedia, sí creo necesario recalcar que la decisión de deportar campesinos a los Gulags obedecía a una de las leyes económicas más aceptadas. La de la productividad marginal del trabajo, la cual disminuye a partir de un número determinado de trabajadores, si éstos se dedican a la producción de recursos escasos. La manera más fácil de aumentar la productividad marginal era disminuir el número de trabajadores sobrantes. Esto es, eliminar, del proceso productivo, un cierto número de trabajadores. De las diversas formas, en la USSR se optó por esta.

Aún así, la USSR sabía de la importancia de lo que hoy llamamos I + D + I. La "guerra de las galaxias", no sólo obedecía a una necesidad de controlar al enemigo, sino a la consecución de la producción exponencial por medio del desarrollo tecnológico.

En su libro "El primer círculo", el Nobel Solzhenitsyn describe aquellas "islas paradisíacas" del Gulag (en comparación con los Gulags comunes) a los que el gobierno derivaba a los científicos que reclutaban de los campos de concentración para que trabajaran en proyectos de ingeniería como centrales eléctricas o equipos de telefonía.

Estos centros de trabajo se diferenciaban de los campos de concentración en que la alimentación era abundante, en comparación, y en que la disciplina no era tan estricta. Además de que el trabajo no era corporal y los presos podían relacionarse entre sí en las horas libres. A esa prisión "de lujo", que como uno de los personajes dice al fin de la novela, es en realidad el Primer círculo, el primer círculo del infierno del Dante.

¡El camino era correcto! De hecho todas las economías desarrolladas han apostado por él. Nuestros políticos han intentado estos días autoproclamarse abanderados de la I + D + I. Y es que, al hilo de anteriores reflexiones, los recursos escasos han pasado a ser ya casi parte de una mitología. La tecnología genera tecnología, el saber genera saber, la innovación genera innovación, y el desarrollo genera desarrollo.

El camino era correcto, salvo por el hecho de que esas necesidades primarias que eran "en teoría" satisfechas por el estado, eran fruto de una teoría de la gestión de recursos y de la productividad algo equivocada. Hubiese bastado con establecer órganos reguladores o supervisiores, que se aseguraran de que las necesidades quedaban cubiertas POR PARTE DE LOS CIUDADANOS, y aprovechar todo ese potencial humano que era y es... el hombre para deshacer la teoría de los "disminishing marginal returns to labour" con los "increasing marginal returns to I+D+I from labour".

Realmente, el Primer Círculo del premio Nóbel, entendido como el de la Investigación y el Desarrollo Tecnológico, está generando por sí mismo una verdadera teoría economica que aún está por formular.

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